Y por fin ya tenemos aquí calentito el último libro que me he leído este año 2018: Azazel de tito Isaac Asimov. Un poco como me pasó con Agatha Christie no podía acabar el año sin haber leído ninguna novela de Asimov. Además, hacía pocos días que me lo había encontrado en una librería de segunda mano y era un título que aún me faltaba en la colección. Así que, blanco y en botella, era el título ideal para acabar el año 2018.
Sabía que el libro no era una novela de ciencia ficción clásica que tanto renombre le había dado a Asimov, también conocía que se trataba de un libro de relatos cortos de humor a partir de un personaje de dos centímetros de altura en formato demonio. Así que sabía a que me enfrentaba antes de empezar.
El libro básicamente es un divertimento del autor y consigue su propósito que no es otro que el de entretener y hacerte sonreír. Pero ya volvemos a encontrarnos con el mismo problema que siempre tengo con cualquier colección de cuentos cortos que he visto: los relatos son muy desiguales. Así que como en todas las recopilaciones de cuentos cortos que me zampo acabo con una sensación extraña en el estómago y una sensación un tanto agridulce. En esta ocasión, además, tengo que añadir otro detalle descorazonador: a la que llevaba cuatro o cinco relatos tenía la sensación que la broma empezaba desgastarse. Supongo que tal como se habían parido estos textos, escritos en diferentes publicaciones y separados en el tiempo, pues tenía su gracia pero todos juntos creo que pierden fuerza y acaban saturando. En formato libro quizá hubiese sido mejor cuentos más largos y menos cantidad.
Aún así he pasado un buen rato con el libro que, al final, es de lo que se trataba. Pero sobre todo he acabado con ganas de, en mi otra vida, convertirme en George el gran protagonista de las historias.
Sabía que el libro no era una novela de ciencia ficción clásica que tanto renombre le había dado a Asimov, también conocía que se trataba de un libro de relatos cortos de humor a partir de un personaje de dos centímetros de altura en formato demonio. Así que sabía a que me enfrentaba antes de empezar.
El libro básicamente es un divertimento del autor y consigue su propósito que no es otro que el de entretener y hacerte sonreír. Pero ya volvemos a encontrarnos con el mismo problema que siempre tengo con cualquier colección de cuentos cortos que he visto: los relatos son muy desiguales. Así que como en todas las recopilaciones de cuentos cortos que me zampo acabo con una sensación extraña en el estómago y una sensación un tanto agridulce. En esta ocasión, además, tengo que añadir otro detalle descorazonador: a la que llevaba cuatro o cinco relatos tenía la sensación que la broma empezaba desgastarse. Supongo que tal como se habían parido estos textos, escritos en diferentes publicaciones y separados en el tiempo, pues tenía su gracia pero todos juntos creo que pierden fuerza y acaban saturando. En formato libro quizá hubiese sido mejor cuentos más largos y menos cantidad.
Aún así he pasado un buen rato con el libro que, al final, es de lo que se trataba. Pero sobre todo he acabado con ganas de, en mi otra vida, convertirme en George el gran protagonista de las historias.