La foto que publico no es otra cosa que mi pequeño mausoleo (dentro de mi habitación) dedicado a este gran aparatejo que me cambió la vida y, básicamente, ¡me la jodió por completo! Yo antes no sabía qué demonios era un ordenador y podía haber vivido felizmente sin saberlo. Pero ¡no! una navidad a finales de los 80 él entró en mi vida y todo cambió.
Se supone que era un regalo para toda la familia, un ordenador personal para que mis padres pudieran llevar la contabilidad, hacer sus facturas y, de paso, ser usado como trasto lúdico para tener entretenido al pequeño de la casa. Como no podía ser de otra manera aquel engendro diabólico solo consiguió pervertir al eslabón más débil de la familia. Así que, a las pocas semanas, nadie, a parte de un servidor, usaba aquel Amstrad CPC. Aunque, eso sí, para intentar compensarlo le dediqué todo mi cariño y el que le tendría que haber dedicado a mi familia.
Malgasté mucho tiempo de mi vida jugando a todos los juegos que venían por defecto y también programando juegos cutres en Basic. Aquella dedicación completa al Amstrad originó en aquel niño el profundo deseo de querer convertirse en informático de mayor. ¡Craso error! Con los años descubriría que, en realidad, no quería ser informático, ¡solo quería vivir en un mundo dominado por los Amstrads y entregarme a aquel lenguaje de programación chusquero que era el Basic! ¿Quién se hubiese imaginado que en el futuro lejano el CPC no sería el dominador absoluto del mundo y de todas nuestras vidas? Ahora que ya me he hecho mayor maldigo aquel maldito día de navidad que trajeron aquel ordenador.
Pero aquí no acaba la maldad de ese vil ente electrónico. Ese día no solo fue el fin de mi brillante futuro como playboy sino que ese puto engendro también acabó con mi inocente y tierna infancia. Y eso fue así por culpa de esos diabólicos videojuegos de los 80 y principios de los 90 creados por enfermos mentales, auténticos psicópatas sin vida (pero con mucho tiempo libre), jefes del mal y otros lunáticos que corrían libres por las calles de nuestro país. Pero ¿qué coño había hecho yo para merecer eso? Porque yo, antes de esa navidad era un chico decente, que nunca decía un puto taco de los cojones, que estudiaba, era sociable (aún mantengo muchos de mis amigos imaginarios de esa época) e intentaba no atropellar con mi bicicleta a las personas mayores (actualmente llamadas "viejas de los cojones"). Pero empecé a jugar a juegos del Amstrad CPC y todo eso cambió.
Ya iré hablando de todos esos juegos que me
A mi me perdonaréis pero creo que eso se parece más a una pelusilla lila con ojos y dos patas a un joven Indiana Jones.Pues nada, aquí mi recuerdo a ese gran ordenador. Espero que el Dios programador de los 8 bits le tenga en su gloria.
PD: el título del post viene por ser la canción de un anuncio de Amstrad de esa maldita época y que siempre he guardado en la memoria (pero nunca he visto por internete). Todo al ritmo de la canción de Congratulations de Cliff Richard