La última novela que me he leído ha sido La isla del doctor Moreau del escritor H. G. Wells. Hace años que iba detrás de esta novela pero no había manera de encontrarla de segunda mano. Las otras obras del mismo autor las he visto un millón de veces corriendo libremente en cualquier librería pero ésta, no sé por qué, parece que le cuesta salir.
A lo que iba, que después de mucho tiempo, por fin, encontré la susodicha novela y la compré... junto a otros siete libros más (lo mío no tiene remedio). Sin dudarlo decidí situarla en la primera posición de mi lista imaginaria de futuras lecturas, desbancando a Dune que hasta ese momento lideraba esa clasificación. Y, para mí sorpresa, hice caso por primera vez en mi vida de esa lista imaginaria y me leí del tirón la novela de Wells.
Después del último libro leído es de agradecer encontrarte con una novela en el que entiendes en cada momento todo lo va sucediendo en la historia (después de este difícil último mes parece que ya no pido demasiado en un libro). Como sucede con Wells es de un estilo muy directo, sin adornos y va a lo que va. ¡Necesitaba una historia así! No se recrea demasiado en las descripciones de los personajes pero esta vez me daba un poco igual. Como me ha ido sucediendo varias veces este año, por culpa de elegir novelas que previamente ya había visto su versión cinematográfica, en mi mente enferma los personajes de la historia ya tenían un físico muy predeterminado independientemente de la descripción hecha por el señor Wells. El dr. Moreau era un Marlon Brando albino y el prota de la historia era Michael York. Que si Wells hubiese dicho que Moreau era negro e hipermusculado me la hubiese sudado bastante la zona escrotal, el Dr. Moreau hubiese seguido siendo en mi mente un Marlon Brando gordaco y albino.
Una vez leída la historia me he quedado con un regusto amargo. Lo que cuenta Herbert es la ostia pero, tengo la sensación, que desaprovecha lo que hubiese podido ser una grandísima historia. Lo de ir al grano está bien pero existen algunos momentos y aparecen ciertos conflictos que podían haber sido muy interesantes ahondar en ellos. En cambio tito Wells se los ventila de una forma increíble. Sr. Wells sr. Wells, no tenía usted ganas de escribir aquel día ¿verdad? Con Herbert me ha sucedido lo contrario a lo que me ocurría con Stephen King. King tiene ideas geniales pero su verborrea crónica acaba malbaratando la historia (hablo de mi experiencia, sé que el resto de la humanidad no piensa lo mismo). En cambio en La isla del Dr. Moreau tengo la sensación que si Wells hubiese estado un tiempecico más trabajando la historia podría haber salido de allí la obra cumbre de la ciencia ficción.
Ya que H. G. Wells no está actualmente en condiciones de crear esa obra magna, deseo con todas mis fuerzas una adaptación al cine que nos haga caer los cojones/ovarios al suelo y nos haga reflexionar sobre qué es aquello que nos diferencia a los humanos de los policías antidisturbios.
PD: desde que compré el libro, una edición de 1975 de Nostromo (ver la imagen de arriba), tengo una pregunta que me ronda la cabeza. ¿Qué mierdas tiene que ver una cámara fotográfica Leica con la historia de la novela publicada en 1896?
Nota: En el último párrafo he hecho una comparación entre la policía antidisturbios y los animales. No quiero que nadie se enfade por un comentario jocoso dentro de un contexto apolítico, blanco y sin ningún tipo de malicia. Doy por sentado que todo el mundo entiende que tengo pleno conocimiento de que los animales no son unas simples bestias psicópatas y que depositan en su interior algún tipo de sentimientos.
sábado, 19 de octubre de 2019
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