Esta fue mi cara al recibir una llamada telefónica que me anunciaban que había ganado un premio por un relato de humor que había enviado a un cutre concurso.
No suelo enviar relatos a concursos por unos buenos motivos: el primero es porque me da palo tener que escribirlos, segundo porque me da palo tener que entregarlos y por último, pero no por ello menos importante, porque tiendo a escribir textos humorísticos y eso no se valora.
Así es amigos, aunque escribiese el relato más divertido del mundo (sin que ello sirviese para matar a nadie) no ganaría un concurso si se ha presentado un texto serio hablando de temas tan importantes como la muerte de un hijo, la muerte de un padre, la muerte del caniche, la muerte del muerto o cualquier tema relacionado con cualquier cosa que te dé llorera. Porque la lágrima vende y tiene más caché. Que si haces reír está bien, mola, todos queremos reír, pero pongámonos serios si se trata de premiar una obra.
En resumen, que nunca he participado en un concurso... pero hace un tiempo una amiga me envió las bases de un certamen de textos humorísticos y pensé que era un buen sitio para participar, aunque era un concurso cutre y el premio más cutre aún. Pero joder, merecía la pena participar pensando que alguien se había tomado en serio el humor. Y calla, que me han dicho que mi relato ha sido premiado... y, joder, que me ha hecho ilusión...
Y nada, no pienso subir el texto ni nada por el estilo pero tenía que decir a todo el mundo bien alto y claro: ¡yo he ganado y tu no!
PD: por cierto, la foto del Pratchett la he subido (a parte de que era la viva imagen de mi mismo al recibir la llamada) porque el premio era un vale para un lote de libros a elegir... ¡Pratchett, te elijo a ti!
Conseguiré el resto de libros de mi Dios Todopoderoso que aún faltan en mi biblioteca y, si me llega el valor del premio, los libros de Douglas Adams.
jueves, 4 de mayo de 2017
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