Quizá pueda sonar precipitado pero ha sido un amor a primera vista. Nunca pensé que llegaría a decirlo pero conocer a una encantadora octogenaria que lleva un par de años fiambre ha sido lo mejor que me ha podido ocurrir en mucho tiempo. Vale, ahora que lo he repetido en alto quizá suene un poco raro pero es que después de leerme la primera parte de Las doce moradas del viento me he enamorado de Ursula K. Le Guin.
Sí, solo es un pequeño libreto con alguno de sus relatos y, como siempre me ocurre, no me han gustado todos por igual. ¡Pero eso da igual! ¡Nadie es perfecto! Aunque quizá Ursi (porque me gusta llamarle de forma cariñosa) un poco más perfecta que el resto sí parece ser. Tiene algo que no tienen los demás. No sé que le hace especial, pero como dijo una vez un gran filosofo de la antigüedad: "me pone cantidubi dubi dubi me pone cantidubi dubi da".
Pero de verdad, ha sido algo que no se puede definir con palabras, ha sido un subidón de adrenalina que me ha venido muy bien en estos momentos de soledad y aburrimiento encerrado tolputodía en casa. Y no creo que haya tenido nada que ver haberme tomado esas pastillas de colores que me había vendido un gentil desconocido en el portal de mi casa.
Resumen: Para no precipitarme, diré que lo nuestro es solo el principio de una historia de amor, tengo la segunda parte de Las doce moradas para decidir si esta relación va en serio o solo fue flor de un relato.
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