Antes de empezar esta web, ya había leído algún que otro libro, así que he decidido empezar un
nuevo apartado sobre mis paranoias con los libros leídos antes del 2017 y que me
han gustado o que me han traumatizado de por vida. Empiezo por un
libro que más bien estaría en el segundo apartado, se trata de la
novela “El hipnotista” de Lars Kepler (un seudónimo utilizado
por un matrimonio sueco de escritores). Y ¿cuál ha sido mi
valoración literaria después de leer este libro? Pues si lo tuviera que puntuar del 1 al 10 el resumen sería un gran:
“¡¡A LA MIERDA!!”. Vale, ya sé que no es una gran crítica
literaria pero es que realmente es un libro de más de 600 páginas de
un “¡¡A LA MIERDA!!” seguido detrás del otro. Y es por eso que he
querido compartir con todo el mundo mi estado de RABIA y absoluta
INDIGNACIÓN al leer este best-seller.
Mi decisión de escoger este
libro fue tan absurda como casi todas mis decisiones en esta vida: vi
el título y me extrañó tanto que lo acabé cogiendo de la
biblioteca. ¿“Hipnotista”? ¿Desde cuándo se ha utilizado esta
palabra para llamar al señor “hipnotizador”? Pues bueno, se ve
que al traductor le moló más esta palabreja y consiguió llamar mi
atención. Ya con el libro en mi poder lo leí enterico,
sin dejarme una sola página, 600 del tirón, pim pam. Y ¿me lo leí
por el interés que despertaban sus personajes y su original
historia? ¡No! Me lo leí entero simplemente porque no podía creer
lo que estaba leyendo. ¿Alguien había ganado dinero por escribir
eso? Joder, que no sé si era por su pareja de escritores o por
culpa de sus traductores (sí, también son más de uno) pero esa
aberración estaba mal escrita, mal estructurada y parece que nadie
lo haya revisado antes de publicar. Es verdad que yo no soy escritor
y que mi prosa te provocan ganas de arrancarte los ojos con una
cuchara para los helados, pero yo no vivo de ello y no soy un puto
novelista superventas como ese par.
Y ¿por qué digo todo
esto? Pues porque si decides escribir con tu pareja, como mínimo,
podrías leerte los capítulos que ha hecho la parienta para intentar
tener una obra un poco coherente y que la historia no avance, como
los trenes de “rodalies”, lenta y a trompicones. La puta
estructura del libro tiene, en general, mucho delito. Pero la parte
más sangrante es el momento que deciden hacer 150 páginas de
flashback ¡en la mitad del libro! Que si eso no es una cortada de
rollo ya me contareis qué coño lo es. Te llevan por un lado y
cuando comienza a ponerse la trama “interesante” deciden hablarte
del pasado de un personaje parando en seco la historia (y es tan interesante y útil dentro de la
novela como si hubiesen querido hablarte del tiempo que hace en la
Patagonia en los meses de verano de cinco a seis de la tarde). Y después de 150 páginas reemprenden
la historia como si tal cosa. Joder, hijos de vuestra mala madre que
ya no me acuerdo por donde iba la trama!!! “¡¡A LA MIERDA!!”
Y eso son los aspectos
generales, pero ahora empecemos a destrozar la trama en sí (por
ahora no diré nada que no salga en la contraportada o en las
primeras páginas, cuando empiece con los spoilers ya avisaré). Todo
empieza así:
Erase que se era, en
una feliz y bella aldea sueca, una (no menos feliz y no menos) bella
familia es brutalmente asesinada. Cuando la policía ya está pensando
en barrer a los cuerpos y meterlos en las típicas bolsas de basura
para cadáveres de tamaño estandard, descubren que uno de los hijos
(que, textualmente, tiene múltiples heridas ¡¡¡MORTALES!!!) ¡aún está
VIVO! ¡ALELUYA señor! Pero no es la única sorpresa: la hija mayor de
la familia no se encuentra en casa, ha desaparecido. Esto significa
que el asesino seguramente estará buscándola.
Hasta
aquí parece ser una relato interesante, a pesar del hecho que una de
las víctimas con múltiples heridas mortales aún no esté muerta.
El problema es que todo el interés por la obra acaba aquí y el
resto no entra ni con toda la vaselina del mundo. Y esto continúa:
La policía local, de la
ya no tan bella localidad sueca, quiere hablar con el único
superviviente de la tragedia para conseguir un retrato robot del
asesino y poder salvar a la desaparecida hermana. Así que la forma
más natural para hacer despertar a un adolescente moribundo y
obligarlo a recordar todo un proceso traumático, que le ha llevado al
hospital, es hacer venir a un vendemotos para hipnotizarlo.
A
ver, a ver... Estooo... señores escritores pensémoslo solo un segundo
antes: ¿la gran solución al problema es hipnotizar a un adolescente medio muerto intubado hasta la epiglotis? ¿Pero estamos
apoyardaos o cómo va eso? No sé el resto del mundo pero yo en este punto ya he salido de
la historia porque no entiendo qué coño pinta aquí el protagonista
hipnotizador de los cojones. Y el gran problema es que esto sucede en
las primeras dos páginas y solo me quedan 600 páginas más para poder decir a cada vuelta de hoja: “¡¡A
LA MIERDA!!”
Vale,
entiendo que los autores quisieran hacer un libro sobre un
hipnotizador, pero ¡jodios! ¿no podían hacerlo aparecer de otra
forma menos forzada? Que no sé en Suecia pero en Espanya los
hipnotizadores no entran en la Seguridad Social y menos para reanimar
pacientes con heridas mortales. ¡Por favor señores un poco de credibilidad! Y ya se que muchos me
recriminareis que esto es un libro de ficción y como es ficción
puede pasar cualquier cosa... y yo os respondo: ¡Y UNA PUTA MIERDA!
Superman también es ficción, mejor dicho, es fantasía pura y dura, pero joder hasta en la vida del superhéroe tiene que haber unos límites bien establecidos de lo que es creíble. A ver, que Superman pueda volar nos lo creemos, que tenga una fuerza increíble nos lo creemos, que se coloque unas gafas y mágicamente nadie lo reconozca nos lo creemos... y ¿por qué? Pues porque el autor así lo ha decidido, pero una vez ha delimitado qué se puede hacer y qué no, ya no puedes pasar esta barrera sin que alguien salte y envíe al autor a la mierda. Si yo decido hacer una película de Superman y cuando llego al final se me va la pinza y escribo esto:
Superman también es ficción, mejor dicho, es fantasía pura y dura, pero joder hasta en la vida del superhéroe tiene que haber unos límites bien establecidos de lo que es creíble. A ver, que Superman pueda volar nos lo creemos, que tenga una fuerza increíble nos lo creemos, que se coloque unas gafas y mágicamente nadie lo reconozca nos lo creemos... y ¿por qué? Pues porque el autor así lo ha decidido, pero una vez ha delimitado qué se puede hacer y qué no, ya no puedes pasar esta barrera sin que alguien salte y envíe al autor a la mierda. Si yo decido hacer una película de Superman y cuando llego al final se me va la pinza y escribo esto:
“Superman
no consigue salvar a su churri de una muerte cruel e inhumana, así
que el extraterrestre en mallas se le antoja salir al espacio
exterior y girar alrededor de la Tierra a gran velocidad hasta
conseguir cambiar el sentido de rotación del planeta. Este hecho
hace que, pasándose por el forro la teoría de la relatividad,
consigue volver al pasado para salvar a la chica”.
A ver,
seguramente muchos pensareis que Superman es la polla pero en ningún
momento hemos insinuado su capacidad de volver al pasado gracias a
sus poderes, así que si veo la película de Superman y acaba de esta
manera le diría al señor director Richard Donner: ¡¡A LA
MIERDA!!.
Y éste, para mí, es el gran problema de “El hipnotista”, que cada dos
por tres los autores se sacan de la chistera sus trucos de magia por
no saber solucionar los argumentos que ellos mismos han creado. Así
que ésa es la causa principal del porqué, al leer esta novela, me ha
provocado un aumento testicular hasta el punto de estallar y decir
con todo el cariño y respeto a los autores de este libro: ¡¡A LA
MIERDA!!.
Y una
vez finalizada la crítica y quedarme a gusto, haré un listado de todos esos momentos de vergüenza ajena que he encontrado. Así que los
que no habéis leído el libro dejad de leer el post porque a partir de aquí
vienen los SPOILEEEEEEEERS!
Pues resulta que después
de hipnotizar al adolescente descubrimos que el asesino es ¡EL
MISMO ADOLESCENTE! Sí señores, el niño se carga a toda su familia y decide
autolesionarse para despistar a la policía. Que tal como se dice en
la primera página del libro y yo he recordado insistentemente: ¡El
puto niño tiene diversas heridas mortales! No una no, ¡diversas!
¡¡¡Y encima se las ha hecho él mismo, ¡¡¡el puto amo vamos!!!
Una vez el “prepuber”
descubre que el hipnotizador le ha hecho hablar más de la cuenta le
amenaza de muerte (que el niño es el puto amo pero también es
cierto que es un poco imbécil. Si no querías tener problemas no te
dejes hipnotizar so mamón).
El puto adolescente,
insistiendo por enésima vez, con diversas heridas MORTALES y con un
pie en el otro barrio, consigue escapar del hospital por su propio
pie, matando a toda enfermera que se le pasa por el camino y
finalmente se esconde por los alrededores. Por suerte el policía
principal de la historia, el más listo del lugar, descubre al niñato
y empieza una persecución hasta el aparcamiento. El adolescente,
que en teoría era casi un cadáver pocas páginas antes, consigue
parar un coche, dejar medio lisiado al conductor y escaparse en el
automóvil por la ciudad. Por si no estaba ya suficientemente herido,
nuestro policía también le mete un balazo al crío, pero como los
niños suecos son más duros que los vascos eso no sirve para nada.
El mejor policía del lugar 0 – niño precadáver 1.
La policía sabiendo que
el chico ha amenazado de muerte al hipnotizador decide avisarle por
teléfono para preguntar si quería protección policial (a eso se le
llama ser un policía educado) pero no le cogen el teléfono. Los policías insiten pero nada, que no hay respuesta. Mientras, en el otro lado, el señor hipnotizador está tranquilamente en su casa y como no reconoce el número de teléfono decide no
responder (en eso me parezco al hipnotista). Así que la situación
es la siguiente:
“Un asesino
adolescente, pero inmortal, ha amenazado a un desgraciado vendemotos.
Este desgraciado vendemotos no responde a las numerosas llamadas de
teléfono de la policía. ¿Cuál es la decisión de los oficiales?
¡¡¡Llamar otro día!!!.”
¡BRAVO!
¡BRAVO! ¡BRAVO CAPRABO! ¡Bravo con la policía de ese país!
Esa misma noche, entran en
casa del señor Hipno, drogan a su mujer y secuestran a su hijo. El
Hipno, como que esa noche había discutido con su parienta, se ha metido de somníferos hasta el culo y está tranquilamente durmiendo en la
habitación de invitados (a pan y agua pero durmiendo como una
marmota). Al día siguiente, la policía al enterarse de todo lo
sucedido hace una valoración de la situación. Un adolescente
inmortal ha amenazado de muerte al Hipno, la misma noche que el niño
se escapa del hospital alguien entra en su casa, droga a su mujer y
rapta a su hijo. Conclusión policial: El hijo no ha sido raptado
se ha escapado con su novia. ¡OLE!, ¡OLE! y ¡OLE! Esta policía es la puta ostia.
Y ya llegados a este punto
del libro, mi interior arde en deseos que algún adolescente como el que sale en
la novela se cargue a los putos atores del libro. ¡Pero es que hay más! Lo mejor de todo
es que lo explicado hasta ahora es un simple MCGuffin de mierda,
porque el puto adolescente psicópata y su puta familia ya no sirven
para nada más en la historia. Es más, el niño psicokiller con
superpoderes muere en manos de su hermana por una mierda de cuchillo.
¿Pero el cabrón no era inmortal? Joder pensaba que sólo podría
morir al caer dentro de una caldera con hierro fundido o congelado
por nitrógeno líquido... Y ¿ahora qué hacemos? Si el puto niño es un
McGuffin, ¿alguien habrá secuestrado al hijo del tarado
hipnotizador, o al final es que la policía es más lista de lo que
la pintan? Pero claro, nadie puede ser el malo porque ya no queda nadie más en la historia con algún motivo para hacerlo. Y aquí amigos y amigas es donde los
autores se sacan un puto flashback de 150 páginas. ¡CON DOS COJONES
SÍ SEÑOR!
Sí, el puto flashback es
una simple excusa para poner unos cuantos personajes más con
posibilidades de ser el malo maloso. El Hipno recuerda que hace 10
años tuvo un grupo de locos e intentó curarlos con dosis de
hipnotismo (con lo fácil y sencillo que es drogar a la gente). Al
final hay un puto lío con los locos y su carrera se va al garete, su
matrimonio se rompe y lo amenazan de muerte (tiene un puto imán para las amenazas de muerte). Y como esto es algo que nos pasa cada día,
el puto Hipno no piensa en ello hasta la mitad del libro. ¡¡¡QUIERO MATAAAAR!!!!
Y aquí ya me he cansado
de criticar el puto libro (esto solo es la mitad de la novela). A
partir de ese momento los autores se van sacando personajes sin
ningún tipo de lógica ni sentido, ahora el suegro del Hipno, ahora
unos niños con nombres de pokemons... y ya llega el momento que
lanzas el puto libro con rabia, coges un encendedor y quemas todo ese
montón de chorradas sin sentido y gritas con todas tus fuerzas : “¡A
LA MIERDA!”
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