Entré en el mundo de Terry con la saga de los magos y del mejor mago no mago de toda la historia de la literatura, Rincewind. Como que el personaje me gustó tanto decidí leerme solo las novelas de Mundodisco donde apareciera este particular héroe papanatas. Esa maratón lecturil fue como participar en una orgía sexual (si supiese qué coño sucede en una orgía sexual de esas). El problema fue que lo que tiene un principio acostumbra a tener un final... y el final llegó. Al terminar de leer, mi vida dejó de tener un sentido y, aunque Terry Pratchett había escrito un montón de libros más, sabía que no habría otro personaje que me atraparía con la misma fuerza que con Rincewind. Así que, entristecido, me leí otra novela al azar, era una que trataba sobre la guardia nocturna de la ciudad y allí pude corroborar que no había un personaje que se pudiese igualar con Rincewind, ¡HABÍAN MUCHOS! ¡Mi vida volvía a tener sentido! Hasta el día de hoy.
Y es que ya no quedan más historias de la guardia que pueda leer. Terry hace un tiempo que decidió no escribir más (es lo que tiene morirse supongo). Pero ¿y ahora qué? ¿Qué voy hacer yo ahora? Es como si me hubiesen arrancado el corazón y lo hubiesen destrozado en mil partes, hay un vacío en mí que nada ni nadie podrá llenar (aunque algunas modelos de Victoria Secret podrían hacer un intento). Pero bueno, intentaré ser positivos y mirar hacia delante, siempre puedo ver el vaso medio lleno y pensar que aún me faltan dos novelas para acabar con las 41 obras sobre Mundodisco que ese obseso de la escritura se sacó de la puta manga. Pero... ¡Un momento! ¿A quién quiero engañar? Yo soy de los tipos que siempre ven el vaso medio vacío. Nunca positivo siempre negativo. ¿Dos novelas? ¿SOLO dos? Oh mierda, definitivamente mi vida ya no tiene ningún sentido.
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